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mardi, octobre 14, 2008

Viaje diario

Me traslado antes que el sol salga en mi mañana, yo voy ya estoy lejos. El olor del café me indica que no todos han abierto los ojos y que aún no comienzan esa jornada nueva. Los golpes de aquellos desconocidos friolentos me apartan, las vías se grises y a lo lejos se oye el ruido que nos anuncia su llegada. Miradas perdidas y vidrios humedecidos, el calor no logra tocar los rostros de aquellos cientos, nadie podría lograr sonreir...¿Por qué?
Me transporto, viajo, llego donde todos se separan y se pierden entre esos pasillos claro-oscuros...todo se vuelve cotidiano, todo tiene un minuto, una hora y una milesima, nada es al azar, nada. Subo, bajo y camino. Ahí me esperan los otros, tan descocidos como los anteriores.
Nadie está presente, la ventana siempre ofrece el mejor panorama,aun cuando esta sólo nos muestre un gran tunel. Esa ausencia la admiro, siempre hay alguien que te oprime o que te hace sentir que no estás solo,pero tú decides ir lejos desde tu mismo asiento. Ya no queda tanto, sólo un par...ya llegas, pero ellos se van antes.
Una voz te recuerda que ya debo comenzar el día oficialmente, no sólo tú sino algunos que me acompañan. Vuelvo a subir y me doy cuenta que el sol también tomó su posición entre medio de las nubes. Camino, salgo entre puertas mágicas y me encuentro con aquel edificio...sin antes mirar hacía mi derecha y ver que él ya llego con su carro lleno de vitaminas. Día tras día, mañana tras mañana, siempre...