Cuando apago la luz y dejo que entre la luminosidad naranja desde la calle, me siento protegida.
La puerta se cierra, el color de la pantalla y mi cabeza. Nada más.
Es todo lo que necesito, porque tengo un ángel que me acompaña, que me mira mientras me encierro, que me habla cuando ya no quiero silencio, que me canta cuando necesito música y que me abraza cuando lloro...
Tengo un ángel que me hace sonreir sólo por existir; tengo un ángel entre mis brazos que al fin no puedo sentir.
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