¿Se han fijado que cuando tenemos la brillante idea de tomar una desición nos confundimos? Les cuento, queridos amigos, que es de lo más común que eso suceda. De hecho, podría arriesgarme y decir que si no dudas es porque eres un caprichoso. Así es. Es normal que tengamos nuestras recaídas y le demos vueltas al asunto...¿Por qué tú no recapacitas? Esa es la pregunta del millón. Es una respuesta que estoy esperando desde hace tanto tiempo,pero parece que luchar contra quién ya dejó de pelear no tiene sentido. Es por eso que trataré de tomar en serio mis desiciones. Seré fuerte y me volveré orgullosa. ¿A quién le importa? NO¡¡ Otro error en el que solemos caer. Pues les cuento que eso tampoco sirve. El negarse a sí mismo, el ser intolerante, el mentirse descaradamente y decir que "ya no me importa" es mucho más cobarde que enfrentarse a lo que nos pasa,porque el que se para frente a sus problemas y les grita...es quién realmente sale a delante. ¿Me equivoco?
En fin, por eso, frente a mi querida pantalla, he decidido seguir, dejar de llorar y seguir intentando, porque realmente puedo hacerlo y, creo, me lo merezco.